Ángel J. Cappelleti, "La Ideología Anarquista
Si bien debemos trabajar mucho y mucho más en la construcción de una verdadera alternativa contracultural, pues es uno de los primeros pasos en la construcción de una sociedad nueva.
Por lo mismo, creo que la labor de la contracultura debe ser trabajar y potenciar en la toma de conciencia de clase y la correlación de la misma, para que en un proceso evolutivo lleguemos a imponernos a la cultura capitalista.
Contra El Puente
Se prepara la construcción de un puente colgante sobre el Canal de Chacao para unir a la Isla de Chiloé con el continente. Este hecho ha dividido las opiniones de los chilotes, quienes se declaran a favor o en contra de este proyecto.
A continuación revisaremos la polémica que rodea a la construcción de este puente y los distintos frentes de opinión sobre el tema.
El proyecto de un puente sobre el Canal de Chacao fue aprobado por un gobierno concertacionista que le impuso a los chilotes su decisión. No se tomaron e cuenta las necesidades básicas y urgentes de la isla, como son el mejorar los hospitales y los caminos, equipar y desarrollar la educación, dar una calidad de vida digna a buena parte de la población. Sobre esto primaron los intereses de distintos empresarios, que ya han comenzado a sacar dinero con la futura construcción, como son la llegada de bancos, ingenieros, etc.
Ante la presión de la población para hacerse oír, se organizaron actividades de pantalla, cuyas intenciones han sido sólo aplacar las quejas de los chilotes, como encuestas de escaso valor (se aplicó un cuestionario de profunda tendencia pro-puente casi exclusivamente a turistas), visita de diversas autoridades de gobierno que le han hecho el quite al tema, entre otras maniobras "comunicacionales" que pretenden darle una validez nacida del engaño al proyecto en cuestión.
Quienes se encuentran a favor de este proyecto argumentan, principalmente, que la isla contará con una mejor conexión al resto del país, que se integrará "al desarrollo del resto del país". Siendo éste uno de los principales argumentos de los "puentistas", llama la atención el que no exista un proyecto de desarrollo para Chiloé, sino que se prefiere improvisar al momento de haber un puente. Es decir, los chilotes deberán seguir viajando al continente por motivos de salud, los jóvenes que aspiren -y puedan- a continuar sus estudios después de la Enseñaza Media seguirán emigrando, y quienes sufren el desempleo deberán establecerse en otras provincias, ya que la construcción del puente no supone más empleo, ni durante ni después.
El gobierno y los empresarios entregan un argumento que no deja dudas sobre la finalidad del proyecto del puente: "Instalación de nuevas industrias e impulso del turismo". Entonces, las consecuencias generadas por el argumento anterior serán empeoradas por éste, ya que el desarrollo de Chiloé quedará en manos de privados. En otras palabras, más explotación, más depredación, más abusos; menos respeto, menos consideración por las personas y por la naturaleza chilotas.
Estos motivos son suficientes para entender la férrea oposición a la construcción de este puente. No es una oposición ni al progreso ni al desarrollo, es una oposición a la forma en que se da este proyecto, a su imposición y a la desventaja en que deja a los habitantes de la Isla. Tampoco es una defensa a la actual forma de cruzar el Canal de Chacao mediante transbordadores (barcazas) en aproximadamente 30 minutos, ya que las tres empresas que allí invierten cobran precios abusivos y oligárquicos, además de contaminar fuertemente las aguas del lugar.
El inicio de la construcción del puente estaba programado para Agosto del presente año, pero los hábiles del MOP no fueron capaces de entregar a la CONAMA un estudio ambiental favorable, por lo que las obras no comenzarían antes del segundo semestre de 2003. Entonces, tenemos más tiempo para informarnos, formarnos una opinión y organizarnos contra esta forma de opresión, que es sólo una muestra más de la acción de gobiernos y empresas afanados en perpetuarse.
"Apuntes Sobre Anarquismo"
SEGUNDA PARTE
Rudolf Rocker describe el anarquismo moderno como "la confluencia de las dos grandes corrientes que desde la Revolución Francesa han encontrado expresión muy característica en la vida intelectual de Europa: socialismo y liberalismo". Los ideales liberales clásicos, afirma Rocker, se fueron a pique bajo el peso de la realidad de las formas de la economía capitalista. El anarquismo es necesariamente anticapitalista ya que "rechaza la explotación del hombre por el hombre". Pero el anarquismo también rechaza "la dominación del hombre sobre el hombre". Insiste en que "el socialismo será libre o no será de ninguna manera.
Desde este punto de vista, puede decirse que el anarquismo es la rama libertaria del socialismo. Ésta es la perspectiva de Daniel Guérin al abordar el estudio del anarquismo en Anarchisme y en otras obras. Guerin cita a Adolf Fischer, que decía que "todo anarquista es socialista, pero no todo socialista es necesariamente anarquista". Del mismo modo, Bakunin, en su "Manifiesto Anarquista" de 1865, el programa de su proyectada fraternidad revolucionaria internacional, sentó el principio de que todo miembro debe ser, en primer lugar, socialista.
Un marxista consecuente ha de oponerse a la propiedad privada de los medios de producción y a la esclavitud salarial, propias de este sistema, como incompatibles con el principio de que el trabajo debe asumirse libremente y permanecer bajo el control del productor. Como Marx explica, los socialistas persiguen una sociedad en la que el trabajo sea "no sólo un medio de vida, sino también la mayor necesidad vital", algo imposible cuando el trabajador está dirigido por una autoridad externa o precisa algo más que su propio impulso: "ninguna forma de trabajo asalariado, aun cuando haya alguna menos odiosa que otra, puede acabar con la miseria del trabajo asalariado mismo". Un anarquista consecuente se opondrá no sólo al trabajo alienado sino también a la embrutecedora especialización del trabajo que tiene lugar cuando los medios para desarrollar la producción mutilan al trabajador convirtiéndolo en un fragmento de ser humano, lo degradan haciendo de él un apéndice de la máquina, aniquilan con la penosidad del trabajo el sentido de éste, arrebatan al trabajador las potencialidades intelectuales del proceso de trabajo en la medida en que a éste se le incorpora la ciencia como potencialidad independiente...
Marx no pensó que esto fuera algo inevitablemente unido a la industrialización, sino una característica de las relaciones capitalistas de producción. La sociedad del futuro debe ocuparse de "reemplazar el trabajador especializado de hoy reducido a un mero fragmento de ser humano, por el individuo completamente desarrollado, apto para una diversidad de trabajos, para el cual las diferentes funciones sociales no son sino diversas maneras de dar rienda suelta a sus propias capacidades naturales" (El Capital). Para ello, es requisito previo la abolición de las categorías sociales de capital y trabajo asalariado (por no hablar de los ejércitos industriales de los "Estados obreros" o de las diversas formas de totalitarismo desde la aparición del capitalismo).
Por otra parte, los anarcosindicalistas aspiraban a crear, incluso dentro del capitalismo, "asociaciones libres de productores libres" que se implicaran en la lucha militante y se prepararan para asumir la organización de la producción sobre bases democráticas. Estas asociaciones servirían de "escuela práctica de anarquismo". Si la propiedad privada de los medios de producción no es más que, utilizando la frase de Proudhon tantas veces citada, una forma de "robo" -"la explotación del débil por el fuerte"-, el control de la producción por una burocracia estatal, por buenas que sean sus intenciones, tampoco crea las condiciones para que el trabajo -manual e intelectual- pueda convertirse en la mayor necesidad vital. Por consiguiente, ambas deben ser superadas.
Los trabajadores de París, en 1871, rompieron el silencio y procedieron a abolir la propiedad, base de toda civilización. La Comuna pretendía abolir esa propiedad de clase que convierte el trabajo de muchos en la riqueza de unos pocos. La Comuna aspiraba a la expropiación de los expropiadores. Quería convertir la propiedad individual en una realidad, transformando los medios de producción -la tierra y el capital- que hoy son fundamentalmente medios de esclavización y de explotación del trabajo, en simples instrumentos de trabajo libre y asociado. La Comuna, por supuesto, fue ahogada en un baño de sangre.
Así pues, el anarquista consecuente debe ser socialista, pero socialista de una clase particular. No sólo se opondrá al trabajo alienado y especializado y aspirará a la apropiación del capital por parte del conjunto de los trabajadores, sino que insistirá, además, en que dicha apropiación sea directa y no ejercida por una élite que actúe en nombre del proletariado. Se opondrá, en suma, a la organización del trabajo por los gobernantes. Eso significa socialismo de Estado, el gobierno de los funcionarios del Estado sobre la producción y el gobierno de los científicos, directivos y funcionarios sobre el comercio. El objetivo de la clase trabajadora es su liberación de la explotación. Este objetivo no se alcanza ni puede ser alcanzado por una nueva clase dirigente que se coloque a sí misma en el lugar que antes ocupaba la burguesía.
Lo más importante es que estas ideas han sido ya llevadas a la práctica en la acción revolucionaria espontánea; por ejemplo, en Alemania e Italia tras la Primera Guerra Mundial, y en España -no sólo en el campo, sino también en la Barcelona industrial- en 1936. Bien podría decirse que alguna suerte de comunismo organizado mediante consejos obreros es la forma natural del socialismo revolucionario en una sociedad industrial.
Durante muchos años los anarquistas y sindicalistas españoles consideraron que su tarea suprema era la transformación social de la sociedad. En sus asambleas de sindicatos y grupos, en sus diarios, en sus panfletos y libros, el problema de la revolución social se discutía sin cesar y de forma sistemática.
Las ideas del socialismo libertario, en el sentido antes descrito, han quedado arrinconadas en las sociedades industriales. Las ideologías dominantes han sido el socialismo de Estado o el capitalismo de Estado éste de carácter cada vez más militarizado.
Noam Chomsky
¿Qué Es La Autonomía?
La autonomía es la facultad de un sujeto (individual o colectivo) de elegir y realizar libremente, sin imposiciones, su propio plan de vida. El reconocimiento de la autonomía de un grupo social implica el derecho a desarrollar su propia identidad y, por lo tanto, a lo que constituye su diferencia. No entraña separación de los otros. En un segundo nivel, invita a la cooperación de cada sujeto autónomo con los demás, para constituir un todo superior pero siempre en el igual respeto a la libertad de cada uno. Cuando las comunidades indígenas reclaman autonomía plantean que la colaboración entre todos los pueblos que constituyen la nación se realice en el respeto a la libertad de cada quien a seguir sus propios valores en conformidad con su cultura.
Así, la lucha por la autonomía forma parte de la lucha por la libertad de decisión en los asuntos que les competen de todos los grupos sociales. Todos tienen el mismo derecho a autogobernarse, dentro de la cooperación mutua, sin imposiciones de un poder particular que les fuera ajeno. La lucha por la autonomía, ampliada a toda la sociedad, no es más que una forma de reivindicación de una democracia auténtica. La autonomía de los pueblos indígenas puede verse como una parte de esa lucha más amplia. La autonomía que reivindican los Mapuche está ligada a los ámbitos locales, donde viven las personas: las comunidades.
¡Autonomía y libre determinación para el pueblo Mapuche!