Parte IV - la Verón
A diez meses
12. Un balance abierto
El debate, la autocrítica y la valoración, el homenaje y denuncia cada día 26 de cada mes, la solidaridad, los movimientos y agrupaciones barriales que dentro y fuera de la Verón levantaron el nombre de Maxi y Darío, los murales y las banderas, nuestra militancia cotidiana y este trabajo, el dolor y el orgullo, son apenas pinceladas de un balance más abarcador que nos excede y necesitará más tiempo para plasmarse.
Durante 1996, en Florencio Varela y San Francisco Solano, sur del Gran Buenos Aires, se desarrollaron los primeros núcleos de organización barrial de los Movimientos de Trabajadores Desocupados que con el tiempo confluimos en el MTD Aníbal Verón. Estos y otros movimientos surgimos como contraparte de la embestida neoliberal que sacudió al país en los años 90, como continuidad del proceso iniciado con la última dictadura militar.
La pérdida de conquistas históricas de la clase trabajadora y la expulsión de mano de obra sobrante fruto de la precarización laboral, convirtieron a los desocupados no ya en un ejército de reserva sino en población excedente: millones de compatriotas que no tienen acceso a los derechos básicos de subsistencia. La clase política y las estructuras sindicales tradicionales fueron cómplices del proceso de entrega y exclusión.
Por aquellos años, aprendimos de las luchas que se libraron en las provincias del interior y que tomaron características de verdaderas puebladas. Fruto de las privatizaciones y el desguace del Estado, poblaciones enteras en Salta, Jujuy o Cutral-Có se empobrecieron repentinamente y entonces surgieron las primeras experiencias de lucha según la nueva realidad: trasladando el eje del conflicto de la fábrica a las rutas30. Si antes, en la fábrica, se buscaba paralizar la producción, ahora, en el territorio, se busca interrumpir la libre circulación de las mercancías, con la misma intención de golpear al capitalismo donde más le duele.
Aprendimos también la democracia directa, que apareció con fuerza en los nuevos piquetes: asambleas populares realizadas en medio de las rutas cortadas, la elección de delegados con mandato revocable, y la lucha basada en el protagonismo masivo como única forma de acceder a una negociación directa con el Gobierno. Nuestros movimientos surgieron por fuera de las estructuras partidarias y sindicales, impulsados por una militancia joven en la mayoría de los casos, que buscó organizarse en los barrios junto a los vecinos, ex trabajadores, amas de casa, jóvenes, ancianos y también niños.
Empezamos intentando reflejar esa nueva realidad social y las nuevas luchas que asomaban, buscando formas nuevas y creadoras, recuperando también los viejos principios de solidaridad, compromiso, pasión y entrega militante, que heredamos de generaciones de luchadores revolucionarios que nos antecedieron. Los siete años de historia previa al 26 de junio con que contaban los movimientos más antiguos de la Verón, nos muestran claramente como organizaciones adolescentes, en proceso de crecimiento y maduración. Si en determinado momento nuestra lucha nos colocó en la mira del gobierno y los sectores del poder, lo asumimos con responsabilidad y orgullo, conscientes de que si nos atacaron (y siguen haciéndolo) es por nuestros aciertos y no por nuestros errores. Y sabiendo también que, si algo tenemos para aportar al conjunto de la lucha popular, no es una línea política prolija y clarificada para imitar, sino nuestra experiencia concreta, transmitida por medio de las palabras pero principalmente expresada en la práctica cotidiana.
Después del 26 de junio, después de que se nos conociera a través del testimonio que con su vida brindaron nuestros compañeros caídos, después de que se prendieran los reflectores y se viera nuestro trabajo de base, después de haber salido a luchar por trabajo y dignidad y haber vuelto al barrio a organizar el velorio de compañeros, muchas cosas cambiaron para nuestros movimientos y para cada uno de nosotros.
La firmeza con que los movimientos piqueteros continuamos la lucha y la debilidad del gobierno ante el fracaso político de la represión, impulsaron un crecimiento de las distintas organizaciones después del 26. Nuevos MTD surgieron y se sumaron a la coordinación. También el debate político se profundizó y se marcaron con claridad las diferentes tendencias al interior de la coordinadora. El conjunto de los MTD mencionados quedamos agrupados en un espacio común, el MTD Aníbal Verón o simplemente la Verón, como siguen y seguimos llamándonos. Otros centros populares que eligieron desarrollarse de la mano de una organización política con la que no compartimos cuestiones de fondo, tomaron un camino distinto definiéndose como CTD Aníbal Verón.
Nuestro espacio de coordinación que reúne a 17 movimientos de base de la Capital Federal, Buenos Aires y Río Negro, es una construcción heterogénea, basada en el respeto a los acuerdos y la diversidad. Las coincidencias que definen una base común quedaron reflejadas en una publicación del mes de febrero de 2003:
“Creemos firmemente que las organizaciones populares que van surgiendo al calor de la lucha deben constituirse con independencia del Estado y sus instituciones, los partidos políticos, las burocracias sindicales y la iglesia, para que los intereses del pueblo no se vean manoseados por el oportunismo de quienes tienen por objetivo la integración en un sistema que sólo apunta a perpetuar la dominación.
ORGANIZACIÓN DE BASE, FORMACIÓN POPULAR, PRÁCTICAS DEMOCRÁTICAS DE FUNCIONAMIENTO: El poder popular se construye desde abajo, en el trabajo de organización de base. No alcanza con ‘movilizar a las masas’ ni con caudillos que ‘representen a las bases’: para que el pueblo sea protagonista de su propio destino, tiene que estar organizado y consciente de sus derechos(...). Existen aspectos del cambio que aspiramos a conquistar que empiezan hoy mismo y están al alcance de nuestras manos. Por eso las prácticas solidarias, la organización democrática y participativa, la formación y el estudio como elemento fundamental de esa participación consciente, son los mecanismos que podrán garantizar que la fuerza popular que encare el gran desafío de transformar la sociedad, tenga la fortaleza suficiente para vencer”
ACCIÓN DIRECTA, LUCHA POPULAR: En nuestro país, la crisis es tal que el pueblo sólo se expresa y, en algunos casos, llega a imponer decisiones de gobierno por medio de la lucha en las calles, enfrentando y denunciando sin medias tintas a esta clase política funcional al poder económico”
En otros aspectos, sin embargo, mantenemos diferencias: algunos MTD se definen autónomos, “como una apuesta de construcción de un pensamiento y una práctica en función de la horizontalidad”. Otros entienden la autonomía como inseparable de la “necesidad de construir un poder popular sustentado en la democracia de base”. También hay quienes prefieren hablar de “independencia de clase” y no autonomía, y se asumen “clasistas y antiimperialistas, en el camino de ir creando la herramienta política propia de la clase trabajadora para enfrentar y derrotar definitivamente a la clase capitalista y construir un gobierno de los trabajadores”.
La particularidad de la Verón consiste en que, al tiempo que estos proyectos van haciendo su experiencia y desarrollándose, unimos esfuerzos en la lucha por las reivindicaciones en común y aprendemos, trabajosamente, a construir espacios de coordinación y unidad que tanta falta hacen en este momento de la lucha popular.
La diversidad de posturas y análisis enriquece también los debates, aportando distintos puntos de vista. Esto se percibe, también, en las opiniones sobre lo que nos pasó el 26 de junio. Para introducir ese balance que sigue abierto, elegimos reproducir las intervenciones de compañeros y compañeras de cada MTD, planteadas en un plenario de evaluación realizado a mediados de diciembre de 2002.
MTD Varela. Es claro que ni bien asume Duhalde, trata de dar la imagen de un gobierno fuerte y de ponerle coto al conflicto social. Una intención que había ensayado De la Rúa en diferentes oportunidades y que no pudo sostener por el propio peso de la masividad de la protesta social. Nosotros empezamos a discutir eso muy fuertemente en las asambleas de los barrios. El debate con los compañeros era que se venía una disputa de poder entre el gobierno y los piqueteros, principalmente. Que el gobierno iba a intentar disciplinar al movimiento social. Y una de las herramientas que iba a usar –a partir de la implementación masiva del Plan Jefes y Jefas de Hogar– era la instalación de las UGL [Unidades de Gestión Local, organismos oficiales que buscaron concentrar el manejo de la ayuda social en manos del PJ local]. No era casualidad que en cada barrio en el que nosotros teníamos una asamblea ellos fueran armando una UGL, o incluso varias en aquellos barrios de mayor influencia nuestra.
El hecho de que nos hayan “inundado” de planes fue un intento de desmovilizar al movimiento piquetero y debilitarlo. También hubo una política de coacción sobre los miembros del movimiento, diciéndoles: “Vos te vas con los piqueteros y nosotros te damos la baja”. Al mismo tiempo que se producen todos estos aprietes y amenazas, empiezan a “caerse” los planes de los compañeros. Cuando se caían 20, íbamos a reclamar al Ministerio de Trabajo. “Sí, te los levantamos”, decían y después se nos caían 50. Hasta que directamente se cagaban en los acuerdos que firmaban. Nos fueron apretando por lo bajo. Nos fueron pegando en lo reivindicativo, preparando el terreno para lo que vino después.
Vinieron los cortes de febrero y la victoria de nuestro plan de lucha (con el asesinato de nuestro compañero Javier Barrionuevo de por medio). Nosotros evaluamos que el gobierno todavía no había podido cerrar el plan en lo represivo y en la contención social y que por eso tuvieron que ceder, momentáneamente.
Luego de eso, hay todo un trabajo del aparato de los punteros para desarticular la organización autónoma de los Movimientos. Y nos dejan sin salida, porque está cortada toda solución a partir del diálogo. Y cuando se plantea lo del bloqueo a la Capital para forzar una negociación, el gobierno sale a mojarnos la oreja: “Si cortás, te pego”, dicen. Era evidente y obvio que nuestra reacción lógica iba a ser salir a pelearla. Y eso los tipos lo sabían. Tuvimos, entonces, varias asambleas donde se planteó que si nosotros no enfrentábamos esta situación represiva, no íbamos a poder levantarnos más. La autocrítica que nos hacemos nosotros –en cuanto a la evaluación política del 26– es que no calculamos que iban a salir a matar. Eso no lo medimos. Todo lo demás, sí. En la última asamblea –ese mismo 26, antes de salir– se acordó que no iba a ir todo el mundo. En la estación de Bosques hicimos volver a una compañera con el bebé y a otra compañera, mayor, divina, que se llama Adela, un personaje total, que tiene asma, diabetes, problemas con los huesos, una de las más viejas y más firmes del Movimiento. A esta compañera la “echamos”. Se fue llorando y después se nos apareció en Avellaneda [risas]. No nos trajo ningún problema porque a la hora del quilombo se metió en una farmacia.
En cuanto a la Verón, estamos muy contentos por los muchos compañeros que –producido el enfrentamiento– pusieron el pecho y se mantuvieron firmes frente a la cana. Fue la actitud de todos los que estaban ahí. Y aquí hay una diferencia con alguno de los otros movimientos piqueteros: los referentes estuvimos al frente. No es como en otros movimientos, donde la seguridad está preparada para defender únicamente a los referentes, como planteó en alguna marcha un sector del Bloque [Piquetero]... ¿Y a los demás compañeros de base qué? ¿Los dejamos en banda?
A nosotros nos llena de orgullo colectivo esa actitud, porque ahí estuvimos todos. Ninguno le esquivó el bulto a la represión y se hizo una resistencia heroica.
Las veces que avanzaron brutalmente con la represión –como sucedió el 20 de diciembre, el 26 de junio, o en la “pulseada por los cacheos” del 26 de noviembre en el Puente Pueyrredón– la respuesta popular realmente demostró que la gente no se banca una represión abierta. No están dadas las condiciones que había en el 76. El enemigo puede ejercer esa represión, pero hasta ahora no puede afrontar los costos políticos que eso demandaría.
Esto obedece a las políticas que estamos desarrollando de inserción, de trabajo de base. Lo que ellos no pueden hacer es despegarnos de la gente. En términos de correlación de fuerzas, no estaremos avanzando pero estamos parándoles la mano cada vez que ellos quieren avanzar.
MTD Allen/ Río Negro. Coincidimos con lo que, desde hace tiempo, vienen planteando los compañeros de Almirante Brown respecto a lo que está sucediendo en toda esta etapa: el carácter de resistencia de esta coyuntura de la lucha popular.
El 19 y 20 desata en las fuerzas de la izquierda la caracterización de una “situación prerrevolucionaria”, “situación revolucionaria”, etc., etc. Corren ríos de tinta en esa dirección. Y nos preguntamos, analizando las cosas que sucedieron después del 19 y 20: ¿Y che? Ya ha pasado una año.... Un año, que no es poco tiempo cuando se caracteriza una situación así. ¿Y qué han hecho compañeros? ¿No van a tomar el poder? Ni siquiera hablemos de la toma del poder... ¿Dónde está la construcción de la opción revolucionaria? ¿Dónde está la capacidad –que ustedes plantean– para tomar la iniciativa? ¿Donde está la fuerza que va a conducir a las masas en la Argentina? Si alguien la muestra, podemos analizarla... Pero no está. Lo único que falta es que nos echen la culpa de que eso no está a la Verón. Lo cierto es que la iniciativa la tiene el enemigo. Y las transformaciones políticas, sociales e institucionales las está llevando adelante el enemigo. En este contexto, el campo popular, las organizaciones sociales, nos defendemos como podemos. Vamos resistiendo y no al revés. Y en el análisis más general que nos excede, lo del 26 también se inscribe dentro de estas concepciones de sobreestimación de la fuerza propia.
Queremos señalar algo sobre esto en referencia al mismo Darío. Su fuerte preocupación por las cuestiones de seguridad que, sin embargo, muestra también sus deficiencias. Darío trae las fotos, se reúne con los compas de seguridad, les muestra las represiones anteriores y no termina de ver la profundidad de la cosa. Y Darío –hagámonos todos cargo– Darío, el MTD de Lanús, todo lo que somos nosotros, no es producto nada más de lo que somos, sino que también somos productos de la Verón. Somos producto de un colectivo que incide permanentemente en las cosas que hacemos. Y Darío fue un glorioso producto de todo lo que es nuestra construcción social, con las limitaciones políticas propias que en su momento tuvimos dentro de la Verón. Y vemos claramente esto cuando recordamos lo del 26, donde la columna es prácticamente casi conducida al lugar que estaba preparado para la represión. La iniciativa de las fuerzas represivas fue muy fuerte y nosotros caímos absolutamente en esa trampa. No la supimos ver. La resultante es todo lo que pasó: más fuerte, menos fuerte, es opinable. Pero creemos que faltó profundidad en el análisis previo, de la misma manera que reivindicamos todo lo actuado por la Verón inmediatamente después del asesinato de Darío. Eso fue magnífico. La caracterización de que la represión no era solamente sobre la Verón, sino que era una represión política que iba a impactar sobre el conjunto de los sectores populares. Y que lo que había que poner en juego no era la repuesta “de la Verón”, sino una amplitud de sectores que reconocían el carácter más profundo de esta represión, bajo un lema clarísimo: frente a la muerte y frente a la represión, juntos con todos aquellos que buscan resistir. Y aparecieron acciones concretas para llevar adelante situaciones de diálogo, de coordinación, con amplios sectores que nos permitieron responder frente a este tipo de escenarios. Porque además, determinadas concepciones orientadas hacia el Estado y hacia las caracterizaciones “revolucionarias” y “prerrevolucionarias” nos van a cagar el estofado. Estamos en un contexto social y político mucho más abarcativo. Las opiniones, por ejemplo, de que la CTA no tiene que estar en la Plaza de Mayo son una cagada [en referencia a la marcha del 20 de diciembre de 2002, para la cual algunos sectores fuera de la Verón proponían excluir a la Central de la convocatoria a un año de las jornadas del 19 y 20].
MTD Solano. Nosotros todavía estamos en un momento donde, posterior al 26, hemos hecho un trabajo de elaboración, pero con los límites que te produce en la organización semejante impacto. Vos abordás el tema del 26 y sale la bronca, el llanto, la angustia, hasta a veces las “agarradas” que se producen buscando un “culpable”. Un montón de cosas que nos han desbordado. Generó una crisis. Y eso, compañeros, es por todo el miedo que está incorporado. Uno lo podrá negar, pero el miedo está. La corrida en el Puente del otro día [se refiere al corte del 26 de noviembre de 2002] fue la expresión de eso... Ante un ruido, una corrida, todo el mundo raja... Todo está muy fresco, lo cual también exige una elaboración que no se va a resolver en poco tiempo.
Este trabajo de investigación es interesante porque devela una trama que a través de los medios nunca va a aparecer nítida. Lo del comisario enloquecido [por Fanchiotti] pegó muy fuerte... Hay gente que todavía cree que fue la “maldita policía” a la que Duhalde no la puede poner en caja, que es parte de la interna del menemismo con el duhaldismo... Este trabajo de investigación puede ser un aporte al esclarecimiento sobre la represión: demuestra que en el PJ no hubo fisuras.
MTD Lanús. Mirando un poco para atrás, analizando también lo que pasó con Javier Barrionuevo y Juan Arredondo, nos caracteriza también como una organización débil y proclive a ser agredida como lo fuimos. Porque nos balearon, nos mataron a uno, dos compañeros y no tuvimos capacidad de respuesta, más allá de la movilización necesaria... Hay todo un plano legal, institucional, de seguimiento de la causa en el que no dimos respuesta suficiente... Los tipos están en la casa... te matan compañeros y los tipos están en libertad, como el que baleó a Juan o Bogado, que mató a Javier. Todo esto pasa por la incapacidad que tuvimos de seguir las causas más de cerca. No es lo único, claro, pero esa limitación en el plano más institucional, si se quiere, también alimenta que el 26 de junio la Verón haya sido tan vulnerable. Aunque no sea prioritario, pensar en el seguimiento específico de lo legal, tener una política hacia algunos aspectos institucionales, son cosas secundarias que se desprenden también de este trabajo [que da forma al libro]. Falta que se arme un ámbito, que nos juntemos a revisar el expediente, a tener charlas más frecuentes con los cumpas de la Correpi y con otros abogados de la zona que conocen cómo viene la mano.
MTD Quilmes. Me parece que habría que analizar también la parte autocrítica de la Aníbal Verón antes del 26, en cuanto a cómo llegamos al Puente, cómo habíamos caracterizado ese día y cómo actuamos... Acá se había analizado que la forma de repliegue que tenía que haber ese día, en caso de represión, era diferente a la forma que finalmente se adoptó o que se puso en práctica. Está bien: no sabíamos el grado de violencia y de represión que se iba a desatar desde el gobierno.
Otra situación que por lo menos nosotros no tenemos muy clara es cómo llegamos al punto de encuentro, frente a la policía. Generalmente, cuando cortamos el Puente, los referentes establecen un diálogo con las fuerzas policiales para decir cuál es la característica de la medida de fuerza, tantear cuáles son las órdenes del otro lado y explicar a qué venimos nosotros.
Si uno analiza toda la situación autocríticamente, es necesario hacer una rediscusión de todo el aspecto de la seguridad. Acá los compañeros tienen que tener confianza cada vez que tengamos que movilizarnos o volver al Puente, porque si no nos va a pasar lo que pasó el último 26 [de noviembre], que al menor estallido de un petardo fuerte salen todos corriendo. En ese terreno venimos perdiendo espacios. Tenemos que rediscutir esa política de seguridad. A menos que creamos que con las denuncias que hacemos, el sistema, la justicia o los medios nos van a dar una respuesta. Nosotros creemos que no, que no nos van a dar una respuesta y que tenemos que generar los anticuerpos necesarios para darles una garantía a los compañeros.
MTD Solano. Me parece que tenemos que hacer un repaso de las represiones anteriores que se vienen produciendo... el puente General Belgrano, en Corrientes, en Mosconi... Es decir: la represión está instalada como una política de Estado. Para que no quede como que el 26 de junio comenzó la represión en Argentina deberíamos registrar con nombre y apellido a todos los compañeros caídos.
MTD Lanús. Sí, fijate: esta democracia, con estas fuerzas de seguridad, ha venido produciendo alrededor de 80 muertos en conflictos sociales por la represión directa del Estado, desde el 83 en adelante. Lo que marca el 26 de junio es un punto de inflexión a toda esa lógica. A diferencia de las represiones en Mosconi, donde hay una fuerte impronta de un gobierno provincial, o de otras represiones en el interior, el 26 de junio es una síntesis de todas esas demandas que se mencionan en el informe [Parte II: El Estado y la planificación criminal]. Después de las demandas de la reunión de gobernadores, en sintonía con lo que reclamaba hace un año el poder económico a través de las declaraciones de Escasany y Crotto, ahora se hacía cargo la estructura política del Estado Nacional. La red de gobernadores le exige al gobierno nacional que cristalice en una política de Estado lo que es una necesidad en las provincias. “No podemos seguir reprimiendo en el interior si el gobierno nacional no asume esto, legitimando esa línea de represión.”
El gobierno nacional predispone a toda la fuerza del Estado, la justicia, las operaciones en las cámaras legislativas, las fuerzas de represión. Lo único que cambia respecto a otras épocas es que pasan del accionar conjunto de las fuerzas armadas al accionar conjunto de las fuerzas militarizadas de seguridad. Pero la decisión de una represión criminal está.
Entonces, el 26 de junio marca el intento de crear un Estado abiertamente represivo. Esto, en sintonía con las políticas que desde el Imperio, no sólo en la Argentina sino en toda América Latina, buscan imponer. En las dos últimas décadas fue bajo la fórmula que combinaba libertad de mercado y “ciertas” libertades cívicas, pero en los últimos tiempos decidieron resignar esta última parte y la fórmula es “libertad de mercado y la represión que haga falta”.
Sin embargo, el 26 se encontraron con una fuerte respuesta popular ¿Qué pasa entonces? No es que el pueblo ganó o perdió esa pulseada en forma definitiva. Es una pulseada que sigue abierta. El 26 de noviembre volvimos a batallar contra el intento de cercenar la posibilidad de la movilización en las calles. Y sabemos que cuando perdamos -no solamente la Verón, sino como pueblo- la posibilidad de movilizarnos en las calles y de sostener lo conquistado con la lucha en las calles, perdimos. El 26 abre una “pulseada” en defensa de un marco de libertades, del Estado de Derecho. Esa pulseada sigue abierta y condiciona todas las demás políticas que en el seno del campo popular puedan darse. La nuestra, la de la izquierda partidaria, incluso de la CTA y todos los sectores que expresen intereses populares.
MTD esteban Echeverría. Nuestros compañeros salieron muy golpeados del 26 porque estuvieron en el centro de la represión. Acababan de llegar y se estaban acomodando cuando la policía empezó a disparar. Nosotros no habíamos tomado medidas especialmente precautorias para ese día. Movilizamos a todo el mundo. Creo que podríamos haber previsto cosas que no se previeron.
En vez de cortar el Puente nos metimos abajo, en la boca del lobo, donde no teníamos ningún tipo de salida. Cuando el objetivo estaba logrado, en realidad, porque los mismos milicos estaban cortando el Puente.
Esto tiene que ver con nuestro futuro: se nos hace muy cuesta arriba, a veces, tomar decisiones en común. Tenemos que superar la espontaneidad de acá para adelante, si no la coordinación se va a hacer difícil.
Hay que analizar como un logro que los puentes se hayan bloqueado en unidad con otros sectores. Si hubiéramos estado nosotros solos en el Puente Pueyrredón, nos masacraban por un lado e íbamos a pagar los costos de todos los movimientos piqueteros, por el otro. Al no estar solos tuvimos un abanico mucho mayor, en cuanto a la lucha, pero también después en cuanto a la respuesta a la represión. Porque también se discutió después si abríamos el abanico de la solidaridad y si íbamos con otros sectores [por la CTA] o no. Y se logró hacer esa movilización tan grande, donde participaron todos, a partir de un análisis correcto donde mayoritariamente planteamos que la represión la debe parar el campo popular en su conjunto, no solamente nosotros. El 26 de noviembre volvemos a romper el cerco del gobierno porque volvemos a hacer algo en común con los otros sectores piqueteros.
MTD “Darío Santillán” de Almirante Brown. Tenemos muchos acuerdos y algunos desacuerdos con lo que se ha expresado...
Estamos de acuerdo en que fue un acierto haber ido ese día al Puente. En la medida en que somos un movimiento combativo, intransigente, celoso de su autonomía con respecto a las estructuras del Estado, que reivindica la acción directa como método de lucha, dentro de un marco de presión del gobierno, donde nuestros reclamos reivindicativos estaban siendo totalmente desconocidos, no teníamos otra opción que salir a luchar. Pero pensamos que fue un error haber ido de la forma en que fuimos. Nos conducimos con una gran dosis de soberbia, en parte porque nunca habíamos experimentado –en este año y medio de coordinación conjunta de los MTD– una represión tan fuerte en carne propia. Particularmente en cuanto al esquema de autodefensa, compartimos que fue desarrollado con mucha heroicidad y mucha solidaridad por los compañeros, pero no fue bien coordinado y se desarrolló más espontáneamente que siguiendo criterios comunes acordados previamente. Hubo compañeros referentes o con responsabilidad en la seguridad que sí asumieron, desde lo individual, la tarea de organizar un poco, pero en ese momento que nadie preveía no pudimos responder ordenadamente.
La situación en la que cae el compañero Darío, que es una situación que todos reivindicamos por la valentía que tuvo y la solidaridad que reflejó con su gesto, fue una situación donde el compañero no debería haber estado. Eso es lo que opinamos hoy, con la cabeza fría. Fue una situación donde el compañero estaba “regalado”. Para las organizaciones de base o los movimientos de base es tan complicado y cuesta tanto llegar a formar un compañero, que esas situaciones hay que tenerlas en cuenta, para no repetirlas. Nos parece que en esas situaciones no tiene que ser el criterio individual el que prime, sobre si “estamos en un lado o estamos en el otro”, sino que tiene que haber un criterio colectivo discutido previamente y respetado por todos.
Nos parece que para mejorar los criterios de seguridad habría que discutirlos en serio, políticamente, porque no es una “cuestión técnica”. En estos momentos de la resistencia popular nos parece que no es mejorando la técnica de autodefensa como nos vamos a proteger más, sino que es justamente sosteniendo espacios de masividad la forma en la que los movimientos de masas se pueden proteger mejor.
MTD Berisso. Nuestro análisis por ahí es un poco limitado. No discutimos mucha “táctica” o “estrategia”. De lo que sí podemos hablar es de la cuestión más política...
Nosotros no llegamos al Puente porque nos retrasamos y nos enteramos por teléfono de que estaban reprimiendo. Igual, a nosotros nos parece que fue correcto haber ido porque hasta ese momento el gobierno estaba parando todo el tema de los Planes. El eje reivindicativo estaba claro: lo más grave que te puede pasar, si te cagan a palos, es que no tengas claro por qué estabas luchando.
Lo que pudimos percibir fue la gran solidaridad que se dio. Ese día en La Plata al principio éramos 50 y a las dos o tres horas, éramos 500, después 1.000. Se cortó la calle, empezó a aparecer la gente. Y no se necesitó “convocar” a nadie, lo que demuestra una fuerte conciencia antirrepresiva.
Otra cosa es el tema de los medios de comunicación. En esos momentos clave los medios actúan en cadena. Son parte de la operación militar, digamos. Actúan de la misma manera que se actúa antes de un inicio de hostilidades, donde hay 4 ó 5 horas de censura previa. Me acuerdo cuando estuvimos en Mosconi, en junio de 2001. Ahí todos los medios transmitían “en cadena” y hablaban de los francotiradores que tiraban “desde el monte”. Pero el monte quedaba a 400 cuadras, y los periodistas estaban ahí. La situación era una cosa totalmente disparatada. Cuatro o cinco días después algunos medios aflojaron y dijeron “que no era tan así”.
Por último, una cosa que también plantearon los compañeros de Almirante Brown: la mejor forma de evitar lo represivo es avanzar en lo reivindicativo. Fortalecer los lazos con la sociedad, con los compañeros. Porque por más táctica y estrategia que discutamos, podemos mejorar las cuestiones de seguridad, como dijeron otros compañeros, pero el problema es cuando nos cortan la relación con el pueblo y el pueblo nos empieza a ver como “marcianos”. Ahí estamos listos. Me parece que la contradicción que tuvimos con la gente que se fue [por la CTD] tiene que ver con eso... Y nosotros lo que tenemos que hacer es mirar a los compañeros. No dejarnos presionar ni por la izquierda, ni porque alguien nos diga que somos reformistas o por cumplir determinados dogmas o “rituales”.
Siempre tenemos que ver si lo que estamos haciendo les sirve a los compañeros. Es una cosa muy elemental, pero es así. En nuestro Movimiento los compañeros de base no tienen una experiencia política anterior y, aun así, se pudieron identificar con lo que dijeron los compañeros referentes. Eso es muy valioso.
MTD Varela. Volviendo al balance de aquel día: nosotros fuimos preparados para una represión convencional. No pensamos que la cana iba a avanzar tan rápido. Pero eso no implica que no se haya discutido bien en la Coordinadora.
Aunque sea una represión convencional, nunca se expone a la totalidad del Movimiento, por más que sean balas de goma y gases. Es imposible exponer a todo el Movimiento a eso. Porque alguien te tiene que ir a sacar después... Las que van a estar en la puerta del juzgado van a ser las viejas con los pibes, “largame a mi hijo, largame a mi marido”. Hay todo un criterio político en eso.
Y sobre la soberbia en la cuestión de seguridad, se ve reflejada en muchas organizaciones, compañeros. Toda una parafernalia, desde los pañuelos de colores a una serie de actitudes: cómo se mueven, el palo...
En el campo popular, se trate de una corriente de pensamiento autónomo, anarquista, de izquierda revolucionaria o de izquierda reformista, ninguna ha podido todavía marcar un camino. Este proceso está en una etapa de construcción. Lo que vemos nosotros es que todos los sectores algún grado de limitación tienen. Algunos arrastran demasiado lastre del pasado, otros son muy ortodoxos, pero en general, compañeros, los principales aciertos que se hicieron se lograron de conjunto. La Verón ganó una referencia, pero las grandes victorias que hemos obtenido se lograron con todos esos sectores con los que tenemos diferencias. Y, por ahí, muchas veces somos demasiado duros con respecto a otras líneas que no son la nuestra.
Respecto al tema de la intención del gobierno de aislar al Movimiento de las masas, hay que hacer un profundo análisis sobre nuestra práctica cotidiana. Si la intención es aislarnos de la gente, entonces nuestra política tiene que ser de masas.
A partir del 26, el factor miedo influyó en que se fueran compañeros de algunos movimientos, pero tal vez, “contradictoriamente”, la juventud y el activo militante que hoy asume responsabilidades ha crecido y se ha consolidado.
MTD “Oscar Barrios” de José C. Paz. Nosotros estamos tratando hoy de consolidar un grupo más grande de compañeros que se comprometa en las tareas que hace el Movimiento en nuestra zona. Doy gracias a Dios que hoy nos movilizamos la misma cantidad de compañeros que nos movilizábamos antes del 26. Incluso hemos crecido.
También la repercusión que tuvimos en algunos medios ha contribuido a que la gente entienda que nosotros no somos un grupo que tiene una iniciativa violenta, sino que lo que hacemos, lo hacemos para defendernos del gobierno.
MTD Guernica. Para nosotros los aprietes no terminaron el 26 de junio. En Guernica hubo aprietes directos durante un largo tiempo. Hubo hasta seguimiento de compañeros y eso habría que reflejarlo en el trabajo.
Con respecto al balance del 26, nosotros coincidimos en que había que salir. Si nos quedábamos en casa porque el gobierno nos decía que no nos iban a dejar cortar los puentes, estábamos fritos.
En cuanto a lo que se viene discutiendo sobre lo político, creemos que cuando se hacen acuerdos para determinada acción hay que respetarlos. Cuando el 26 estábamos entrando debajo del Puente, se veía que estábamos encajonados y no tuvimos la capacidad de resolverlo en ese momento. Creemos que sí hay que hacer una fuerte discusión sobre lo político. Ese ámbito de debate hay que generarlo sí o sí. No nos queda otra.
MTD Solano. Analizando toda esta planificación represiva que se viene dando, se podría marcar alguna línea de acción para seguir adelante y consolidar la lucha: el tema del ALCA, la deuda externa, por ejemplo. Es fundamental trabajar estos temas, proponerlos y discutir qué tipo de llamamiento hacemos, en base a la unidad en la lucha. Y con qué ejes.
MTD José C. Paz. Lo que vemos nosotros es similar a lo que dice el compañero de Esteban Echeverría. Nuestra incapacidad para leer la situación política de ese 26, analizar lo que se venía diciendo en los medios, que nos iban a reprimir. Porque sí: nosotros fuimos con la idea de que podían reprimirnos, pero no con la idea de que iban a salir a matar. Leyendo el informe para el libro vemos todas las reuniones que se hicieron desde el gobierno y nos queda la idea de que estuvimos muy flojos en ese sentido, al no haber podido leer todo lo que estaba sucediendo políticamente. Respecto a la seguridad, nosotros teníamos la idea de ir con toda la gente, pero que solamente se acercaran al Puente los compañeros “piqueteros” hasta ver cómo estaba la cosa. Y en todo caso, si la veíamos jodida, quedarnos los que estábamos dispuestos a aguantar la represión. Y que la gente se pudiera ir hasta Lanús. Creo que se había dicho que se hiciera una olla ahí en Lanús.
MTD Darío Santillán/ Almirante Brown. Además, tenemos que reivindicar los criterios que se defendieron después del 26, como planteaba el compañero de Río Negro: que la represión no iba dirigida hacia nosotros, sino al conjunto del campo popular. En ese momento, los compañeros que dieron la cara por la Coordinadora lo hicieron con ese criterio y con otro –que yo quiero resaltar ahora– que fue reivindicar todo el tiempo los cinco puntos de lucha por los que nosotros habíamos salido, que fueron cuatro reivindicativos y uno político. Porque como movimiento de masas nos desarrollamos, confrontamos contra el gobierno, contra el sistema, pero nuestra esencia es la lucha reivindicativa.
MTD Solano. Necesitamos también un grado mayor de disciplina. Eso sigue siendo un tema pendiente que va a requerir de una voluntad política. No es sólo una cuestión de tiempo, que va a salir espontáneamente, son las dos cosas. Porque un método puede ser bueno o malo, la experiencia lo dirá, pero lo peor que nos puede pasar es no tener ninguno. Deberíamos sentarnos y llegar a un acuerdo sobre qué es un método de coordinación y conducción, porque más allá de que nuestros movimientos son autónomos, cuando estamos juntos, en una marcha o un corte, tiene que haber una conducción. Y lo que vimos nítidamente es que el 26 no hubo una conducción clara por parte de la Mesa Coordinadora.
Tendría que haber compañeros dedicados exclusivamente a esa tarea. Somos capaces de muchas cosas, pero todavía tenemos una inmadurez que es parte de un proceso de crecimiento que algún día se revertirá. Cuando uno ve las movilizaciones del MST dice “puta, acá hay una organización consolidada”. Se ve cómo van encolumnados, con los grupos de seguridad. Pero ése es un proceso de veintipico de años y un trabajo político...
MTD Lanús. ¿El MST de Vilma Ripoll decís vos? [risas]
MTD Solano. No, no, el de Brasil... [siguen las risas]31
30 En todo el país las movilizaciones, acampes, ocupaciones de edificios públicos, ollas populares y, sobre todo, el corte de ruta y el piquete, son un fiel reflejo de continuidad de aquellas primeras puebladas. En los últimos tiempos surgieron, además, otras formas creativas: los cacerolazos de las clases medias en las grandes ciudades y la ocupación de fábricas para producir bajo control obrero, se sumaron al torrente de luchas piqueteras.
31 “MST de Vilma Ripoll” en referencia al Movimiento Socialista de los Trabajadores, partido integrante de Izquierda Unida. “MST de Brasil”, Movimiento Sin Tierra de Brasil.