Convocatoria a la constitución de un frente popular
Casi
30 años de aplicación de políticas neoliberales en nuestro país
han dejado un saldo cuyos aspectos mas salientes son el incremento
de la pobreza y el hambre, el
debilitamiento de la participación de las mayorías populares en
las decisiones políticas que afectan a presente y el futuro de
nuestro país y el reforzamiento de los lazos de subordinación que
nos someten a los grandes centros de poder capitalista mundial. Las
jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 expresaron el hartazgo de
nuestro pueblo por esas políticas y la decisión de poner limites a
una clase política irrepresentativa y corrupta, y generan un nuevo
contexto político. El
gobierno de Kirchner se inscribe en ese nuevo contexto tratando
recuperar el prestigio perdido por las instituciones del sistema, y
genera consenso tomando medidas y realizando gestos que
apuntan a los símbolos mas notorios de la corrupción y la
impunidad ( Las fuerzas armadas, la Corte Suprema, El Pami, la policía),
o que pretenden reivindicar contenidos de soberanía nacional. Cuando
ha transcurrido mas de un año de gobierno podemos caracterizar que
si los condicionamientos que impone el nuevo contexto político para
generar consenso lo hacen diferente a los gobiernos anteriores, este
no es un gobierno popular, ni por programa, ni por vocación de transformación
del país en beneficio de las mayorías. No lo es por programa de
gobierno porque sus políticas no apuntan a modificar una distribución
del ingreso (80% para el capital y 20% para los trabajadores), cuya
consecuencia mas obscena es que en el país que produce mas
alimentos por habitante en el mundo, el 20 % de la población padece
el flagelo del hambre. No lo es por vocación porque nunca promovió
la movilización y la organización popular que, como enseña la
historia de nuestro país, es la única herramienta que permite
obtener conquistas populares y provocar cambios políticos en
beneficio de las mayorías y de los intereses nacionales. La política
del gobierno con los desocupados donde se desconoce los alcances
universales del decreto -ley de Jefes y Jefas de Hogar y donde se
permite el deterioro de los montos percibidos al punto de no cubrir
el 50% de una canasta de indigencia, desnuda el carácter
antipopular de este gobierno que ni siquiera fue capaz de aprovechar
una norma legal en vigencia para crear un red de asistencia social
contra el hambre. Frente
a esa realidad de la continuidad de la aplicación de las políticas
neoliberales, las luchas de nuestro pueblo se expresan en forma
fragmentada y dispersa. Le
ha tocado a las organizaciones de desocupados, con sus errores y
aciertos, cargar sobre sus espaldas con el mayor peso de la
resistencia. Pero no es conveniente que política que afectan a
derechos sociales y políticos del
80% de los habitantes del país sean enfrentadas desde un
solo sector o
fragmentadamente. Tenemos
que hacer un esfuerzo por unir todas y cada una de las expresiones
de la resistencia popular y los esfuerzos que hace nuestro pueblo
para construir una sociedad mas justa, mas democrática y mas libre.
Y esa unidad empieza entre aquellos que desde practicas compartidas
vamos creciendo en confianza y verificando acuerdos sobre los
caminos para ir construyendo un poder del pueblo. Un poder popular
que nos permite aqui y ahora empezar a cambiar la sociedad y
que vaya dando sustento a cambios mas globales y profundos para el
futuro. Nuestra
convocatoria a la constitución de un frente popular
es por eso una propuesta rica en antecedentes de luchas
compartidas y articulaciones exitosas que hemos venido transitando
en los últimos años organizaciones de desocupados,
núcleos sindicales, centros culturales, grupos vecinales,
agrupaciones estudiantiles, asambleas, militantes de derechos
humanos, de la contrainformación y la resistencia cultural. Presupone
el desafío de articular en forma permanente en el territorio y en
el plano de lo sectorial, grupos urbanos con distintos orígenes,
experiencias, dinámicas y reivindicaciones y la vocación de seguir
construyendo un camino común con las organizaciones campesinas autónomas
que desarrollan su propio proceso de articulación. Recupera
la convicción que son las asambleas de base de trabajadores
desocupados o ocupados la fuente generadora del trazo grueso de una
política de transformación, cuyos proyectos, sueños y decisiones
solo pueden concretarse y ejecutarse si son acompañadas de la organización
de los esfuerzos , la memoria de las mejores experiencias de las
luchas de nuestro pueblo y la síntesis de las propuestas.
Reivindica una concepción de construcción
de la autonomía que se reconoce y se afirma en la articulación con
lo que se nos parece y en la imprescindible coordinación con
quienes tenemos diferencias para dar las luchas cotidianas que
imponen las necesidades de de nuestro pueblo
y desarrollar los proyectos que movilizan nuestros sueños
colectivos. Reconoce que nuestro desafío es el de insertarnos
conjuntamente en las luchas de nuestro pueblo , tan antigua como
valiosa, como parte de quienes hoy quieren protagonizarla, tratando
de realizar un aporte que juzgara la historia. Finalmente
intenta recuperar en el nombre de Darío Santillán,
los valores de solidaridad, compromiso, creatividad, y
alegría como proyección
del país que queremos cambiar, el mundo que queremos
transformar y la dimensión
humana que apostamos a construir. [arriba] |