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Entre las sombras: Desokupa y su danza macabra con el neonazismo

Yevgeny Aleksejvon, Junio de 2023

En el oscuro panorama actual, donde la desigualdad y la opresión se extienden por doquier, es importante señalar, cuestionar y arrojar luz sobre las prácticas e identidades que perpetúan los sistemas de dominación, la injusticia y el abuso de poder. Una de estas prácticas es llevada a cabo por la empresa privada española Desokupa, un brazo ejecutor del sistema capitalista que se presenta como solución a los problemas de okupación de viviendas. Sin embargo, detrás de su aparente neutralidad se esconde una maquinaria al servicio del poder, cómplice de la represión, la explotación y la propiedad privada, que atenta contra los principios fundamentales de solidaridad y justicia social.

Desokupa se presenta como una empresa que brinda soluciones a aquellos propietarios españoles que enfrentan conflictos relacionados con la ocupación ilegal de sus propiedades. Sin embargo, es importante analizar su papel en este contexto, ya que su verdadero negocio se basa en el desalojo y la persecución de personas en situación de vulnerabilidad. Desokupa no solo actúa como un mero intermediario en los desalojos, sino que promueve y lucra con el desplazamiento forzado de personas, muchas veces migradas y con dificultades económicas. En lugar de abordar las raíces de la desigualdad y la falta de vivienda, esta empresa se beneficia de la opresión y la desesperación, el sufrimiento y el desamparo de aquellos que luchan por un techo y una vida digna.

La labor de Desokupa va más allá de su supuesta función de proteger la propiedad privada. No solo es un intermediario en el proceso de desalojo, sino un instrumento utilizado por los poderosos para mantener el control sobre la población. Su existencia y su accionar contribuyen a la perpetuación de un sistema opresivo donde los derechos humanos son pisoteados y sacrificados en aras de intereses económicos, control social y el sometimiento de las clases más desafavorecidas. Los desalojos no solo implican la pérdida de un hogar, sino el quiebre y destrucción de redes comunitarias, la violencia física institucionalizada y psicológica hacia las personas afectadas y la profundización de la exclusión y la marginalización de quienes más lo necesitan. Desokupa se convierte, así, en una herramienta más del engranaje de represión que perpetúa la injusticia y la desigualdad.

Es fundamental buscar alternativas a la lógica del desalojo y la propiedad privada. La solución no radica en despojar a las personas de sus hogares, sino en abordar las causas estructurales que generan la falta de vivienda y la precariedad habitacional. Es necesario fomentar la solidaridad y la ayuda mutua, promoviendo formas de vivienda comunitaria y cooperativas que permitan a las personas acceder a un techo sin caer en la trampa y caprichos del mercado inmobiliario. La lucha por el acceso a una vivienda digna debe ir acompañada de la defensa de los lazos comunitarios y la construcción de relaciones basadas en la colaboración y el apoyo mutuo.

Desokupa es un oscuro recordatorio de la crueldad y la deshumanización que impregnan nuestro sistema y es la viva representación de la monetización de la opresión, la explotación y el uso de la violencia en beneficio de los poderosos. Debemos denunciar y resistir enérgicamente sus prácticas, visibilizando las alternativas y promoviendo un cambio radical en la forma en que concebimos la vivienda y la propiedad. Nuestra lucha debe estar enraizada en la solidaridad, la justicia social y la construcción de una sociedad donde todas y todos tengan acceso a un techo digno y a una vida plena, donde la vivienda sea un derecho fundamental y no una mercancía al servicio de unos pocos privilegiados.