¿Qué hace que los medios
convencionales sean convencionales?
Por
Noam Chomsky
De una charla en el Z Media Institute, Junio 1997
Parte de las razones por las que escribo sobre los medios
es porque estoy interesado en la cultura intelectual en general, y la parte más fácil de
investigar son los medios. Salen cada día. Puedes hacer una investigación sistemática.
Puedes comparar la versión de ayer con la de hoy. Hay muchas pruebas de en qué se
profundiza y en qué no, y de la forma en que están estructuradas las cosas.
Mi impresión es que los medios no son muy diferentes de
las universidades o de, por ejemplo, las revistas de opinión intelectuales; hay algunas
limitaciones añadidas, pero no es radicalmente diferente. De hecho interactúan, lo cual
explica porqué hay gente que va de un sitio a otro con bastante facilidad.
Si vas a examinar los medios, o cualquier institución que
quieras comprender, te preguntas sobre su estructura institucional interna. Quieres saber
algo de su posición en la sociedad en general. ¿Cómo se relacionan con otros sistemas
de poder y de autoridad? Si tienes suerte, hay un registro interno de los dirigentes en el
sistema de información que te dice de qué van (una especie de sistema doctrinal). No me
refiero a los comunicados de la industria de relaciones públicas sino a lo que se dicen
entre ellos sobre qué quieren hacer. Hay bastante documentación interesante.
Esas son tres fuentes básicas de información sobre la
naturaleza de los medios. Quieres examinarlos de la forma que un científico estudiaría
una molécula compleja o algo así. Examinas la estructura y luego haces alguna hipótesis
basada en esa estructura en cuanto a cómo es probable que sea el producto que salga.
Luego investigas ese producto y ves si cumple tus hipótesis o no. Casi todo el trabajo en
el análisis de los medios es esta última parte, intentar estudiar detenidamente cómo es
el producto y si cumple las hipótesis obvias sobre la naturaleza y estructura de los
medios.
Bueno, ¿qué es lo que encuentras? Primero, descubres que
hay diferentes tipos de medios que hacen varias cosas diferentes, como la industria del
entretenimiento de Hollywood, los culebrones de televisión, etc, o incluso la mayoría de
periódicos del país (la inmensa mayoría de ellos). Están dirigiendo a la audiencia de
masas.
Hay otro sector de los medios, los medios de élite, a
veces llamados los medios que marcan la agenda porque son los que tienen grandes recursos
y establecen el marco en que opera el resto. El New York Times, CBS, ese tipo de cosa. Su
audiencia es principalmente gente privilegiada. La gente que lee el New York Times, gente
con dinero o parte de lo que a veces se llama la clase política, están realmente
involucrados en el sistema político de forma práctica. Son básicamente gestores, de un
tipo o de otro. Pueden ser gestores políticos, gestores empresariales (ejecutivos o
similares), gestores doctrinarios (como profesores de universidad) o otros periodistas que
se ocupan de organizar el modo en que la gente piensa y ve las cosas.
Los medios de élite establecen un marco dentro del cual
opera el resto. Si miras la Associated Press [agencia de noticias], que saca un constante
flujo de noticias, a media tarde para y saca algo, cada día, que dice "Aviso a
editores: el New York Times de mañana tendrá las siguientes historias en su
portada". El objetivo de eso es que, si eres el editor de un diario en Dayton, Ohio y
no tienes los recursos para saber cuáles son las noticias, o no quieres ni pensar en
ello, esto te dice cuáles son. Estas son las historias para el trozo que dedicarás a
algo que no sean asuntos locales o entretenimiento. Estas son las historias que pondrás
porque es lo que el New York Times te dice que es lo que debe interesarte. Si eres un
editor en Dayton, Ohio, casi tendrás que hacer eso, porque no tienes muchas más
posibilidades en cuanto a recursos. Si te sales de la línea, si empiezas a sacar
historias que no le gustan a los grandes, te lo harán saber muy pronto. De hecho, lo que
ocurrió hace poco con el San Jose Mercury News es un ejemplo dramático de eso. Así que
hay muchas formas en que los juegos de poder te pueden devolver a tu sitio si te pasas. Si
intentas romper el molde, no durarás mucho. Ese marco funciona bastante bien, y es
comprensible que sea tan sólo una reflexión de las estructuras obvias de poder.
Los medios de masas de verdad intentan básicamente
distraer a la gente. Que hagan cualquier otra cosa, pero que no nos molesten (a nosotros,
la gente que manda). Que les interesen los deportes profesionales, por ejemplo. Dejemos
que se vuelvan locos con ellos, o con escándalos sexuales, o con las personalidades y sus
problemas o algo así. Cualquier cosa, siempre que no sea seria. Por supuesto, lo serio es
para los peces gordos. "Nosotros" nos ocupamos de eso.
¿Qué son los medios de élite, los que marcan la agenda?
(El New York Times y la CBS, por ejemplo). Bueno, primero de todo, son empresas muy
grandes, con grandes beneficios. Es más, muchas de ellas están relacionadas, o son
directamente propiedad de, empresas aún más grandes, como General Electric,
Westinghouse, etc. Están en la cima de la estructura de poder de la economía privada,
que es una estructura muy tiránica. Las grandes empresas son básicamente dictaduras,
jerárquicas, controladas desde arriba. Si no te gusta lo que hacen, vete. Los grandes
medios son tan sólo parte de ese sistema.
¿Qué hay de su entorno institucional? Bueno, es más o
menos lo mismo. Con quien se relacionan, con quien interactúan, es con otros centros de
poder: el gobierno, otras empresas o las universidades. Dado que los medios son un sistema
doctrinal actúan conjuntamente con las universidades. Imagina que eres un periodista
escribiendo un reportaje sobre el Sudeste de Asia, o Africa, o algo así. Se supone que
irás a esa gran universidad y encontrarás un experto que te dirá qué tienes que decir,
o si no a una de las fundaciones como el Brookings Institute o la American Enterprise, y
te darán las palabras a usar. Esas instituciones externas son muy similares a los medios.
Las universidades, por ejemplo, no son instituciones
independientes. Puede haber gente independiente esparcida por ahí entre ellas pero eso
también ocurre en los medios. También es cierto en las grandes empresas en general.
Incluso en los estados fascistas es cierto. Pero la institución en sí es un parásito.
Depende de fuentes externas de financiación, y esas fuentes externas, como fortunas
privadas, grandes empresas con sus programas, y el gobierno (que está tan directamente
ligado al poder empresarial que apenas los puedes distinguir), ésas son con las que tiene
que tratar la universidad. La gente que haya que no se ajuste a la estructura, que no la
acepte y la internalice (no puedes realmente trabajar con ello si no lo has internalizado
y te lo crees), digo que la gente que no haga eso probablemente será excluida durante el
camino, desde la guardería hasta el final. Hay todo tipo de dispositivos de filtración
para deshacerse de la gente que piense de forma independiente y pueda crear problemas.
Aquellos de vosotros que hayáis ido a la universidad sabéis que el sistema educativo
está muy enfocado a premiar la conformidad y la obediencia; si no haces eso, eres un
alborotador. Así pues, es un dispositivo de filtración que acaba produciendo gente que,
de forma realmente honesta (no mienten), han internalizado el marco de creencias y
actitudes del sistema de poder en la sociedad. Las instituciones de élite, como Harvard y
Princeton, o las pequeñas universidades elitistas, por ejemplo, están mucho más
enfocadas a la socialización. Si vas a un sitio como Harvard, mucho de lo que ocurre ahí
es sobre enseñar modales; cómo comportarse como un miembro de la clase alta, cómo tener
las ideas adecuadas, etc.
Si habéis leído Rebelión en la Granja, de George
Orwell, que fue escrita a mediados de los 40, era una sátira de la Unión Soviética, un
estado totalitario. Fue un gran éxito. Todos estaban encantados. Pero resulta que había
escrito una introducción a Rebelión en la Granja que fue suprimida. Sólo apareció 30
años más tarde. Alguien la encontró entre sus papeles. La introducción versaba sobre
"Censura literaria en Inglaterra" y lo que decía es que obviamente ese libro
estaba ridiculizando la Unión Soviética y su estructura totalitaria, pero que Inglaterra
no era tan diferente. No tenemos el KGB vigilándonos pero el resultado es bastante
parecido. La gente que tiene ideas independientes o que tiene las ideas equivocadas es
apartada.
Habla un poco, sólo dos frases, sobre la estructura
institucional. Dice, ¿cómo pasa eso? Bueno, primero, porque la prensa es propiedad de
gente muy rica que quiere que sólo ciertas cosas lleguen al público. Lo otro que dice es
que cuando pasas por el sistema educativo de élite, cuando vas a las mejores escuelas de
Oxford, aprendes que hay ciertas cosas que no está bien decir y hay ciertas ideas que no
está bien tener. Ese es el papel socializante de las instituciones de élite y si no te
adaptas te apartan. Esas dos frases más o menos lo dicen todo.
Cuando criticas a los medios y dices, mirad, esto es lo
que escribe Anthony Lewis o cualquier otro, se enfadan mucho. Dicen, con mucha razón,
"Nadie me dice qué tengo que escribir. Escribo lo que quiero. Todo ese rollo sobre
presiones y limitaciones es una tontería, yo nunca tengo ninguna presión". Lo cual
es completamente cierto, pero el tema es que no estarían ahí si no hubieran demostrado
previamente que nadie tiene que decirles qué escribir porque ya dirán lo correcto ellos
mismos. Si empiezas en el apartado de noticias metropolitanas, por ejemplo, y sigues las
historias no adecuadas, no llegarás nunca a las posiciones en que puedas decir cualquier
cosa que te apetezca. Lo mismo ocurre con la mayoría de profesores de universidad en las
disciplinas más ideológicas. Han pasado por el sistema de socialización.
Muy bien, entonces examinas la estructura del sistema en
su conjunto. ¿Cómo esperas que sean las noticias? Bueno, es bastante obvio. Toma el New
York Times. Es una empresa que vende un producto. El producto son las audiencias. No ganan
dinero cuando compras el periódico. Están contentos poniéndolo gratis en la red. De
hecho, pierden dinero cuando compras el periódico. Pero la audiencia es el producto. El
producto es gente privilegiada, justo la misma gente que está escribiendo esos
periódicos, ya sabes, la gente que toma las decisiones de alto nivel en esta sociedad.
Tienes que vender un producto a un mercado, y el mercado es, por supuesto, los anunciantes
(es decir, otras grandes empresas). Sea televisión o periódicos o lo que sea, están
vendiendo audiencias. Grandes empresas que venden audiencias a otras grandes empresas. En
el caso de los medios de élite, son empresas muy grandes.
Bueno, ¿qué esperas que ocurra? ¿Qué predicción
harías sobre la naturaleza del producto de los medios, dadas las circunstancias? ¿Cuál
sería la hipótesis nula, el tipo de conjetura que harías sin asumir nada más? La
suposición obvia es que el producto de los medios, lo que aparece, lo que no aparece, el
modo en que se presenta, reflejará los intereses de los compradores y vendedores, y de
las instituciones y sistemas de poder que están a su alrededor. Si no pasara eso, sería
una especie de milagro.
Bien, entonces viene el trabajo duro. Te preguntas si
realmente funciona como has predicho. Bueno, podéis juzgar vosotros mismos. Hay mucho
material sobre esta hipótesis obvia, que ha sido sujeta a las pruebas más duras
imaginables, y aún aguanta notablemente bien. Virtualmente nunca encontrarás en las
ciencias sociales algo que apoye de manera tan clara cualquier conclusión, lo cual no es
una gran sorpresa, porque sería milagroso que no fuera así dadas las fuerzas que están
operando.
Lo siguiente que descubres es que todo esto es
completamente tabú. Si vas a la Kennedy School of Government o a Stanford [dos
renombrados programas de Ciencias Políticas], y estudias periodismo y comunicación, o
ciencia política académica, etc, esas cuestiones probablemente no aparecerán. Es decir,
la hipótesis que a cualquiera se le ocurriría sin saber nada de nada, no se puede
expresar, y las pruebas que lo demuestran no se pueden discutir. Bueno, también predices
eso. Si examinas la estructura institucional, dirías, claro, eso ocurrirá porque, ¿por
qué querría esa gente verse descubierta? ¿Por qué deberían permitir que hubiera un
análisis crítico de lo que están haciendo? La respuesta es, no hay razón para
permitirlo y de hecho no lo permiten. De nuevo, no es una censura directa. Es sólo que no
llegas a esos puestos. Eso incluye a la izquierda (lo que se llama izquierda) tanto como
la derecha. A no ser que hayas sido adecuadamente formado y socializado para que haya
ciertas ideas que simplemente ya no tengas, porque si las tuvieras no estarías ahí. Así
que tienes un segundo orden de predicción, que es que el primer orden de predicción no
se puede discutir.
La última cosa a examinar es el marco doctrinal en que
esto tiene lugar. La gente que está en los más altos puestos del sistema de
información, incluyendo los medios, la publicidad, la ciencia política académica, etc,
¿tiene esa gente una imagen real de lo que ocurre cuando escriben para ellos mismos? (no
cuando están haciendo discursos). Cuando hacen discursos, son todo bonitas palabras. Pero
cuando escriben para ellos mismos, ¿qué dice esa gente?
Hay básicamente tres fuentes a examinar. Una es la
industria de relaciones públicas, ya sabes, la industria de propaganda de las grandes
empresas. ¿Qué dicen los líderes de la industria de PR (relaciones públicas)? El
segundo lugar a examinar es los llamados intelectuales públicos, los grandes pensadores,
la gente que escribe editoriales y cosas así. ¿Qué dicen estos? La gente que escribe
libros impresionantes sobre la naturaleza de la democracia y ese tipo de cosas. La tercera
fuente que examinas es el sistema académico, concretamente la parte de la ciencia
política relacionada con las comunicaciones y la información y todo eso, que ha sido un
rama de la ciencia política desde hace 70 o 80 años.
Entonces, examinas esas tres cosas y ves lo que dicen, ves
lo que las grandes figuras han escrito sobre eso. Todos dicen (cito en parte) que la
población general son "intrusos ignorantes y entrometidos". Tenemos que
mantenerlos lejos de la arena pública porque son demasiado estúpidos y si tomaran parte
todo lo que harían sería crear problemas. Su sitio es ser "espectadores", no
"participantes".
Se les permite votar de vez en cuando, escoger a alguno de
nosotros, los tipos listos. Pero luego se supone que deben volver a casa y hacer cualquier
otra cosa, mirar el fútbol o lo que sea. Pero los "intrusos ignorantes y
entrometidos" tienen que ser "espectadores, no participantes". Los
participantes son lo que se llama la "gente responsable" y, por supuesto, el
escritor siempre es uno de ellos. Nunca te preguntas, ¿por qué yo soy un "hombre
responsable" y aquel otro está en la cárcel? La respuesta es bastante evidente. Es
porque tú eres obediente y estás subordinado al poder, y esa otra persona puede ser
independiente, etc. Pero no te lo preguntas, claro. Así que tenemos a esos tipos listos
que se supone que deben dirigir el cotarro y el resto se supone que estará fuera de eso,
y no deberíamos sucumbir (y cito de un artículo académico) "a los dogmatismos
democráticos de que los hombres son los mejores jueces de sus propios intereses". No
lo son. Son unos jueces malísimos de sus propios intereses, así que tenemos que hacerlo
nosotros por su propio bien.
De hecho, eso es muy similar al leninismo. Hacemos todo
esto por vosotros, lo hacemos en interés de todos, etc. Me imagino que esa es en parte la
razón por la que ha sido históricamente tan fácil para esa gente cambiarse la chaqueta
y pasar de ser entusiastas estalinistas a grandes partidarios del poder de los EE.UU. La
gente cambia muy fácilmente de una posición a la otra, y mi sospecha es que es porque
básicamente es la misma. No es un gran cambio. Simplemente haces una estimación
diferente de dónde está el poder. En un momento crees que está aquí, en otro crees que
está allí. Pero adoptas la misma postura.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Es una historia
interesante. Gran parte viene de la Primera Guerra Mundial, que es una encrucijada.
Cambió considerablemente la posición de los EE.UU. en el mundo. En el siglo XVIII los
EE.UU. eran ya el sitio más rico del mundo. La calidad de vida, la salud, la longevidad
que tenían no se alcanzó, entre la clase alta británica, hasta el siglo XX, no digamos
en el resto del mundo. Los EE.UU. eran extraordinariamente ricos, con enormes ventajas, y,
a finales del siglo XIX, tenían con mucho la mayor economía del mundo. Pero no era un
actor importante en el teatro mundial. El poder estadounidense se extendía a las islas
del Caribe, alguna parte del Pacífico, pero no mucho más.
Durante la Primera Guerra Mundial, las relaciones
cambiaron. Y cambiaron más dramáticamente durante la Segunda Guerra Mundial. Después de
ésta, los EE.UU. más o menos tomaron el mando del mundo. Pero después de la Primera ya
hubo un gran cambio, y los EE.UU. pasaron de ser un país deudor a ser un país acreedor.
No era enorme, como Gran Bretaña, pero adquirió un papel importante en el mundo por
primera vez. Ese fue un cambio, pero hubo otros.
La Primera Guerra Mundial fue la primera vez en que hubo
propaganda estatal altamente organizada. Los británicos tenían un Ministerio de
Información, y realmente lo necesitaban, porque tenían que meter a los EE.UU. en la
guerra o tendrían muchos problemas. El Ministerio de Información se dedicó a enviar
propaganda, incluyendo grandes invenciones sobre las atrocidades de los "hunos"
y cosas así. Estaban dirigidos a los intelectuales americanos bajo la razonable
suposición de que era la gente más crédula, más dispuesta a creer la propaganda.
También son los que se encargaron de divulgarlo en su propio sistema. Así que estuvo
dirigida especialmente a los intelectuales americanos y funcionó muy bien. Los documentos
del Ministerio Británico de Información (muchos de ellos han sido desclasificados)
muestran que su objetivo era, en sus propias palabras, controlar el pensamiento de todo el
planeta, apenas un objetivo menor, pero especialmente de los EE.UU. No les importaba mucho
lo que pensara la gente en la India. El Ministerio de Información consiguió engañar a
los intelectuales americanos para que aceptaran las invenciones de su propaganda de una
forma apabullante. Estaban orgullosos de ello. Y con razón, pues les salvó el cuello.
Sin eso, hubieran perdido la guerra.
En los EE.UU. fue otra historia. Woodrow Wilson fue
elegido en 1916 con un programa contra la guerra. Los EE.UU. eran un país muy pacifista.
Siempre lo ha sido. La gente no quiere ir a luchar en guerras foráneas. El país estaba
muy en contra de la Primera Guerra Mundial y Wilson había sido elegido con un programa
contra la guerra. "Paz sin victoria" era su eslogan. Pero él quería ir a la
guerra. Así que el tema era, ¿cómo hacemos que este pueblo pacifista se convierta en
lunáticos histéricos anti-alemanes para que quieran ir a matar a todos los alemanes? Eso
requiere propaganda. Así que montaron la primera y realmente única gran agencia estatal
de propaganda en la historia de los EE.UU. Se llamaba el Comité de Información Pública
(bonito título orwelliano), también conocida como Comisión Creel. El tipo que la
dirigía se llamaba Creel. La tarea de esta comisión era llevar a la población a una
histeria nacionalista. Funcionó increíblemente bien. En unos pocos meses, había una
histeria colectiva a favor de la guerra, y los EE.UU. pudieron entrar en ella.
Mucha gente quedó impresionada por estos hechos. Una de
ellas, y eso tuvo repercusiones en el futuro, fue Hitler. Si leéis Mein Kampf, llega a la
conclusión, bastante justificada, de que Alemania perdió la Primera Guerra Mundial
porque perdió la batalla de la propaganda. No pudieron competir con una propaganda
británica y americana que les apabulló. Hitler aseguró que la próxima vez tendrían su
propio sistema de propaganda, y así lo hicieron en la Segunda Guerra Mundial. Más
interesante para nosotros es el hecho de que la comunidad empresarial norteamericana
también quedó impresionada con el esfuerzo propagandístico. En aquella época tenían
un problema. El país se estaba haciendo formalmente más democrático. Mucha más gente
podía votar, ese tipo de cosas. El país se iba haciendo rico, más gente podía
participar y también estaban llegando muchos inmigrantes.
Entonces, ¿qué haces? Va a ser más difícil llevar las
cosas como un club privado. Por lo tanto, obviamente, tienes que controlar lo que piensa
la gente. Había habido hasta entonces especialistas en relaciones públicas, pero no una
industria de relaciones públicas. Había un tío que se encargaba de limpiar la imagen de
Rockefeller y ese tipo de cosas. Pero esa industria de relaciones públicas enorme, que es
una invención estadounidense y una industria monstruosa, surgió de la Primera Guerra
Mundial. Sus principales líderes fueron la gente de la Comisión Creel. De hecho, su
líder, Edward Bernays, salió directamente de la Comisión Creel. Publicó un libro justo
después titulado Propaganda. El término
"propaganda", por cierto, no tenía connotaciones negativas en esos tiempos. Fue
durante la Segunda Guerra Mundial cuando el término se convirtió en tabú, pues estaba
conectado con Alemania y todas esas cosas malas. Pero en ese periodo, el término
propaganda tan sólo quería decir información o algo parecido. Así que escribió el
libro Propaganda hacia 1925, y empieza diciendo
que está sacando lecciones de la Primera Guerra Mundial. El sistema de propaganda de la
Primera Guerra Mundial, y la comisión de la que formó parte, muestran, nos dice, que es
posible "reglamentar la mente pública exactamente igual que un ejército reglamenta
a sus soldados". Las minorías inteligentes, dice, tienen que utilizar estas nuevas
técnicas de reglamentación de las mentes para asegurarse que la chusma esté en su
sitio. Ahora podemos hacerlo porque tenemos estas nuevas técnicas.
Ese es el manual principal de la industria de relaciones
públicas. Bernays es una especie de gurú. Fue un auténtico liberal estilo Roosevelt o
Kennedy. También preparó el esfuerzo de relaciones públicas para apoyar el golpe que
derribó al gobierno democrático de Guatemala con el apoyo de los EE.UU.
Su mayor éxito, el que le llevó a la fama a finales de
los años 20, fue conseguir que las mujeres fumasen. Las mujeres no fumaban en esa época
y él preparó una enorme campaña para Chesterfield. Ya sabéis todas las técnicas,
modelos y actrices famosas con cigarrillos y ese tipo de cosas. Eso le valió grandes
alabanzas. Así que se convirtió en una figura de la industria y su libro era el manual.
Otro miembro de la Comisión Creel fue Walter Lippman, la
figura más respetada del periodismo norteamericano durante medio siglo (quiero decir
periodismo serio, artículos de opinión). También escribió los llamados ensayos
progresistas sobre la democracia, considerados progresistas en los años 20. Estaba, una
vez más, aplicando las lecciones del trabajo sobre la propaganda de forma muy explícita.
Dice que hay un nuevo arte en democracia llamado "manufactura del consenso".
Esta frase es suya. Edward Herman y yo la copiamos para nuestro libro, pero viene de
Lippman. Bien, dice, tenemos este nuevo arte en el método de la democracia, la
manufactura del consenso. Al manufacturar el consenso, puedes superar el hecho de que
formalmente mucha gente tenga derecho a votar. Podemos hacerlo irrelevante porque podemos
manufacturar el consenso y asegurarnos que sus opciones y actitudes estén estructuradas
de tal forma que siempre hagan lo que les digamos, incluso si tienen un modo formal de
participar. Así tendremos una democracia real. Funcionará correctamente. Eso es aplicar
las lecciones de la agencia de propaganda.
La ciencia social y la ciencia política académicas
parten de los mismos supuestos. El fundador de lo que se llama ciencia política
académica y comunicación fue Harold Glasswell. Su mayor logro fue un libro, un estudio
sobre la propaganda. Dice, de forma muy franca, las cosas que yo citaba antes, esas cosas
sobre no sucumbir a los dogmatismos democráticos, todo eso viene de la ciencia política
académica (Glasswell y otros). De nuevo, sacando lecciones de la experiencia en tiempo de
guerra, los partidos políticos sacaron las mismas conclusiones, especialmente el partido
conservador en Inglaterra. Sus primeros documentos, que acaban de salir a la luz, muestran
que también reconocían los logros del Ministerio de Información británico. Se daban
cuenta que el país se estaba democratizando y ya no podría ser un club privado. Así que
la conclusión, en sus propias palabras, es que la política tenía que convertirse en
guerra política, aplicando los mecanismos de la propaganda para controlar los
pensamientos de la gente que tan brillantemente habían funcionado durante la Primera
Guerra Mundial.
Esa es la parte doctrinal y coincide con la estructura
institucional. Refuerza las predicciones sobre cómo debería funcionar el tema. Y las
predicciones están bien confirmadas. Pero estas conclusiones tampoco se pueden discutir.
Todo esto forma parte de la literatura disponible pero sólo es para la gente que está en
el ajo. Cuando vas a la universidad, no lees los clásicos sobre cómo controlar las
mentes de la gente.
De la misma forma que no lees lo que dijo James Madison
durante la convención constitucional sobre que el principal objetivo del nuevo sistema
tenía que ser "proteger a la minoría de los opulentos contra la mayoría" y
que tenía que ser diseñada para conseguir ese fin. Esa es la fundación del sistema
constitucional, así que nadie lo estudió. No puedes encontrarlo ni en la literatura
académica, a no ser que mires muy a fondo.
Este es básicamente el cuadro, tal como yo lo veo, de la forma en que funciona el sistema institucionalmente, las doctrinas que hay detrás de ello, y lo que resulta de todo eso. Hay otra parte, dirigida a los "intrusos ignorantes y entrometidos". Esa es sobre todo usar diversiones de un tipo o de otro. De eso, creo, podrías predecir lo que esperarías encontrar ahí.